No pude dormir en toda la noche pensando en qué debía hacer. ¿Aceptaba? Sería correr mucho riesgo, pero si no arriesgas no ganas. Deseaba tanto ese amor que tanto había estado esperando... Yo dudaba, pero mi subconsciente sabía desde un principio que iba a aceptar. Y, después de mucho pensar, decidí aceptar. Pero antes de aceptar, debía hacer una cosa...
Me desperté sabiendo que haría ese día, abriría una nueva cuenta en el banco con otro nombre y metería allí dinero. Así, si perdía el concurso, (que lo dudaba mucho, pero es mejor prevenir que curar) tendría al menos un poco de dinero con el que proseguir, ya que las demás cuentas me las vaciarían los del concurso.
Me levanté de la cama y me aseé, luego desayuné y me fui a trabajar.
Estuve todo el día un poco nervioso, estaba ansioso por ir al banco cuanto antes y abrir la nueva cuenta. Salí del trabajo un cuarto de hora antes y me dirigí inmediatamente a las oficinas de mi banco más cercanas. Tardé un poco en llegar, como siempre, por el tráfico. Cuando salí de el banco me sentí más seguro, ahora tenía una cuenta con dinero que me podría salvar en caso de perder. Había metido en la cuenta 800.000€. Lo suficiente para comenzar de nuevo en caso de pérdida. Ahora sólo faltaba esperar al jueves.
El día siguiente se me hizo muy lento, sólo faltaba un día y estaba impaciente. En el trabajo no presté mucha atención a nada y en casa estuve toda la tarde en el sofá, hasta que me dormí.
Por fin, había llegado el día, ahora sabría lo que tendría que hacer, sólo había de esperar hasta las doce y media. Pero entonces caí en la cuenta de que no me había inventado una excusa para salir del trabajo, aunque era el jefe había gente que preguntaba. Decidí que diría que me encontraba mal y así, podría faltar más de un día, no sabía que podía poner en las instrucciones que me darían ese día, igual tendría que faltar más de un día al trabajo y si estaba malo, podría. Entonces se me ocurrió que no tenía porqué ir al trabajo ese día, total, estaba malo. Así que llamé a mis oficinas y les dije que me encontraba mal y que no iría a trabajar.
Estuve toda la mañana nervioso, no podía parar de hacer cosas. Nadé, leí, vi la televisión... A las once y media me preparé y me dispuse a salir ya. Salía tan pronto porque sabía que habría tráfico y me costaría llegar. A las doce y cinco llegué al lugar de la quedada, pero, como era de esperar, aún no había nadie. Cómo había llegado tan pronto decidí ir a dar un paseo. Me paseé por la calles más cercanas y me divertía ver las caras de la gente al pasar. Unos iban rápido y con cara de preocupación, otros con cara de estrés, de tristeza, de angustia... pero me dí cuenta de que no había gente con cara de felicidad, o al menos sonriendo. Cuando pensaba en esto miré mi reloj y vi que ya eran las doce y veinte, así que fui casi corriendo a el lugar de la quedad. Y entonces lo vi, el hombre de la pajarita azul con la rosa blanca en el bolsillo, parecía que estuviese a punto de pedirle matrimonio a alguien. Llevaba puesto un esmoquin blanco con pantalones blancos y zapatos negros. Me acerqué al hombre y le hablé:
-Hola.-dije yo.
Pero el hombre, en lugar de contestarme, sacó de su esmoquin un sobre que, en un rápido movimiento, depositó en mi bolsillo izquierdo de la chaqueta. Hecho esto, el hombre se fue.
Me quede atónito, no me había ni hablado, ni siquiera me había mirado. Esto era muy raro, pero decidí irme a casa y leer el sobre tranquilamente allá.
Llegué a casa, me cambié y me fui al comedor. Me senté en una silla y puse el sobre delante mío, era la hora. Abrí el sobre y leí:
·Señor García, veo que al final, y a pesar del riesgo, a aceptado usted nuestro oferta. Bien hecho, no se arrepentirá. El siguiente paso es fácil, habrá de ir usted el sábado a el Museo americano de Historia Natural y, coger un sobre que estará depositado en la boca de un leopardo disecado, en el diorama de mamíferos. Allí encontrará las siguientes instrucciones, pero estas ya no serán tan fáciles. Podrá usted recoger el sobre de la boca del leopardo entre las 6 y las 8 de la tarde. Que pase un buen día y recuerde, un tesoro le espera.
Firmado: Concursos y apuestas V.I.P
Por fin, había llegado el día, ahora sabría lo que tendría que hacer, sólo había de esperar hasta las doce y media. Pero entonces caí en la cuenta de que no me había inventado una excusa para salir del trabajo, aunque era el jefe había gente que preguntaba. Decidí que diría que me encontraba mal y así, podría faltar más de un día, no sabía que podía poner en las instrucciones que me darían ese día, igual tendría que faltar más de un día al trabajo y si estaba malo, podría. Entonces se me ocurrió que no tenía porqué ir al trabajo ese día, total, estaba malo. Así que llamé a mis oficinas y les dije que me encontraba mal y que no iría a trabajar.
Estuve toda la mañana nervioso, no podía parar de hacer cosas. Nadé, leí, vi la televisión... A las once y media me preparé y me dispuse a salir ya. Salía tan pronto porque sabía que habría tráfico y me costaría llegar. A las doce y cinco llegué al lugar de la quedada, pero, como era de esperar, aún no había nadie. Cómo había llegado tan pronto decidí ir a dar un paseo. Me paseé por la calles más cercanas y me divertía ver las caras de la gente al pasar. Unos iban rápido y con cara de preocupación, otros con cara de estrés, de tristeza, de angustia... pero me dí cuenta de que no había gente con cara de felicidad, o al menos sonriendo. Cuando pensaba en esto miré mi reloj y vi que ya eran las doce y veinte, así que fui casi corriendo a el lugar de la quedad. Y entonces lo vi, el hombre de la pajarita azul con la rosa blanca en el bolsillo, parecía que estuviese a punto de pedirle matrimonio a alguien. Llevaba puesto un esmoquin blanco con pantalones blancos y zapatos negros. Me acerqué al hombre y le hablé:
-Hola.-dije yo.
Pero el hombre, en lugar de contestarme, sacó de su esmoquin un sobre que, en un rápido movimiento, depositó en mi bolsillo izquierdo de la chaqueta. Hecho esto, el hombre se fue.
Me quede atónito, no me había ni hablado, ni siquiera me había mirado. Esto era muy raro, pero decidí irme a casa y leer el sobre tranquilamente allá.
Llegué a casa, me cambié y me fui al comedor. Me senté en una silla y puse el sobre delante mío, era la hora. Abrí el sobre y leí:
·Señor García, veo que al final, y a pesar del riesgo, a aceptado usted nuestro oferta. Bien hecho, no se arrepentirá. El siguiente paso es fácil, habrá de ir usted el sábado a el Museo americano de Historia Natural y, coger un sobre que estará depositado en la boca de un leopardo disecado, en el diorama de mamíferos. Allí encontrará las siguientes instrucciones, pero estas ya no serán tan fáciles. Podrá usted recoger el sobre de la boca del leopardo entre las 6 y las 8 de la tarde. Que pase un buen día y recuerde, un tesoro le espera.
Firmado: Concursos y apuestas V.I.P
No hay comentarios:
Publicar un comentario