lunes, 28 de julio de 2014

Dulce venganza.

¿Tienes miedo? ¿Lo tienes? Sí, ¿verdad? Ahora que el sol se va y ahora que la luna vuelve, ahora que la oscuridad te ciega, que las luciérnagas se apagan y que las estrellan no brillan. Ahora, al fin, tienes miedo.

Ahora es mi momento. Tantos años ocultándome, tantos años huyendo, pero mereció la pena esperar. Ahora por fin me toca. Aquéllo a los que más temes, aquéllo a lo que siempre le has tenido miedo, está ahora de mi parte. Listos para derrotarte.

¿Venganza? Sí, podríamos llamarlo así. Hacerte pagar todo lo que me hiciste. ¿Pensabas que hacías el bien? Te equivocabas. Nadie hace el bien ni el mal, todos miramos por nosotros mismos. Es más, ni siquiera existen el bien y el mal, únicamente son producto de nuestra tozudez, de querer tener explicaciones para todo. 
"¿Ha herido a alguien? ¿Le ha hecho sentir mal? Es malo." No, puede que el otro le hubiera dado razones suficientes para hacerle daño. No pensáis en eso, ¿verdad? Otro error.

Observa la poca luz que queda, es la última vez que la verás. 

Ahora tienes lo que te mereces. Vas a hacer todo lo que yo quiera, vas a decirme todo lo que desee escuchar, sino, ya puedes empezar a rezar a aquéllo a lo que llamáis Dios.

¿Qué soy malvado? No hija no, soy vengativo. 



Porque en la venganza el más débil es siempre el más feroz. (Anónimo)

miércoles, 9 de julio de 2014

Recuerdos que quedaron...

Arriba, abajo, arriba, abajo. ¡Qué divertido era ese caballito! Recuerdo que podía pasarme horas balanceándome en él, imaginándome que era un hermoso caballero que recorría regiones y salvaba princesas. Que bonitos recuerdos. No pasaba un día en el que no deseaba volver a ser ese niño, ese niño que no tenía preocupaciones, ese niño inocente al que le arrebataron la infancia... cruelmente y sin compasión.

Recorro lo que queda de esta antigua casa. ¡Cuán feliz fui aquí! Paseo por el salón, observando como los años también han pasado para este viejo edificio. Observo papeles y muebles destrozados que yacen en el suelo como si estuvieran durmiendo. Se me hace difícil retener las lágrimas, fue todo tan de repente, tan inesperado... Nadie lo esperaba, nadie lo deseaba...

Sigo caminado y me topo con unos cuadros en el suelo. Recuerdo esos cuadros, recuerdo el día en el que mi madre los trajo a casa, estaba muy ilusionada porqué le gustaban mucho, y muy contenta porqué no le habían costado casi nada. Era uno de los pocos recuerdos que tenía de mi madre tan contenta, pero claro, tampoco es que me acordara de muchas cosas...

Entro en la habitación de mis padres, la cama está destrozada y los muebles están por el suelo. Sin embargo, extrañamente, la estantería de libros había permanecido de pie. Era enorme. No podía decir lo mismo de sus libros, que yacían en el suelo. Esos libros que mi madre tanto amó, eran su posesión más preciada, le encantaba leer. Eran casi todos de viajes y aventuras, a ella le gustaba soñar que vivía en un lugar muy lejano de aquí, donde ninguno de sus problemas la alcanzarían jamás.

Hecho una última ojeada a la habitación antes de irme, pero rápidamente vuelvo a girarme, acabo de ver algo en el suelo. Me acerco a ver y exactamente es lo que pienso. El álbum de fotos, nuestro álbum de fotos. Lo cojo cuidadosamente y me siento en lo que queda de cama. Lo abro poco a poco, está en mal estado, pero aún se pueden observar algunas fotos. Recorro sus páginas y veo a mi hermano, no estaba tan alto como lo recordaba, pero normal, yo había crecido, él no.

Veo el bello rostro de mi madre en las fotos, fue tan fuerte... Nos crió a mi hermano y a mi, sola, sin ayuda alguna, únicamente con su valor, su coraje y su imaginación. Y la verdad es que se lo montó bien, tengo muy buenos recuerdos con ella, aún que me habría gustado conocerla mejor, lástima de la guerra.

Incapaz de aguantar ni un minuto más en esta casa, cojo el álbum, salgo rápidamente de la habitación y me dirijo a la puerta de salida. 

-Bien; pueden destruirla. 




miércoles, 2 de julio de 2014

Taxi.

-¡Taxi! ¡Siga a ese sueño!

¿Qué me ha pasado? Yo antes tenía esperanza, tenía ilusiones... En mi baúl no había sitio para las tristezas ni las preocupaciones. Lo tenía todo. Portaba un mapa y una brújula, para no equivocarme de camino, un libro, para alimentarme cuando tuviera hambre, y un reloj, para no llegar tarde. Entonces, ¿dónde está el error?
Trabajé en este proyecto durante años, le dediqué todo mi tiempo y dinero, y entonces, ¿porqué?
Me he estrellado, me he estrellado contra el muro, me he estrellado sin correr. Me he ahogado, mi barco ha naufragado al mismo tiempo que salía del puerto. Mis sueños se han escapado de la jaula donde los tenía.

Los sueños tenían muchas ganas de salir, muchas... Y después de mucho aguantarse al final han acabado abriendo la jaula. Se me han escapado todos en un abrir y cerrar de ojos. ¿Para ésto tanto esfuerzo? La impaciencia me ha cegado... Tenía tantas ganas de que se cumplieran que al final he acabado perdiéndolos todos.

Ahora me veo persiguiéndolos para intentar recuperar, aunque sea, alguno de ellos. Rezando y pidiendo a Dios que vuelvan, porque, si no lo hacen, estaré perdido. Me siento cómo si empezara de cero, sin esperanzas, sin intenciones, sin propósitos, sin nada...

La avaricia y la codicia me han llevado a la más inédita ruina.


Ahora, veo como los sueños que un día fueron míos se van sin ni siquiera despedirse.